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jueves, 2 de diciembre de 2021

Silencio

     Hoy vuelvo a salir en tu busca. Tras mi habitual y riquísimo desayuno -pan, aceite y café- cojo el coche y pongo rumbo a la sierra. El espejo vivo que son esta mañana las quietas, celestes y argentinas aguas de la bahía, refleja la Paz del cielo y noto que penetran mi cuerpo, a través de la piel, bocanadas de calma que vienen del mar.

    Reinas por fin, silencio, a pesar de las canciones que suenan en la radio y del ruido de las dos mil revoluciones por minuto del motor.

    Ha quedado atrás el mar y ahora aparece frente a mí ese indio que yace sobre humedecidos algodones en el horizonte de Grazalema. Avanzo acompañado por los verdes de alcornoques y encinas y por los ocres de los quejigos. Sé que el frío que me aguarda allá arriba no logrará helar mi frágil soledad: me guareceré en la casa de la calle del Perdón...

    El día ha pasado regalándome felicidad y hondas emociones. Ya de vuelta, hago una parada en "la noche" para descansar, convencido de que he vuelto a emprender el camino de la Creación gracias a tu compañía.


2 de diciembre de 2021


Sócrates, Caín y el mar de Cádiz : Cumplido Galván, José Manuel: Amazon.es: Libros

sábado, 7 de agosto de 2021

Por fin todos en casa



Por fin todos en casa. 

Acabo de llegar y soy invadido 
por la dulce alegría que me regala vuestro pequeño beso, más atentos a la última jugada por banda izquierda que levanta el clamor del público en la video-consola. 

Estamos todos en casa, a salvo del tráfico y de la gente; de radiaciones y puñaladas. 

He cerrado todo para que queden fuera 
la polución y las envidias; la violencia de esas caras que agreden y que escupen. 

He dejado fuera el odio y la dureza implacable del acero. 

Ahora sólo me falta parar el tiempo.

Agosto de 2004

© José Manuel Cumplido Galván

martes, 20 de julio de 2021

Movimiento o muerte

..."La duración de un día tiene apenas la vida de las rosas: la juventud y la vejez se unen en instantes fugaces. A la que vio nacer una mañana la Aurora reluciente, el caer de la tarde la contempla marchita"... (1)

Confiésalo. Querrías parar el tiempo:  no envejecer ni un segundo más ni que lo hagan los seres que te rodean. Que este instante sea eterno, el mundo se detenga y el Universo cese de girar; que la luna se muestre siempre llena. Pero no caminas hacia la ancianidad debido al movimiento de la Tierra, sino porque estás genéticamente programado para que tus tejidos, a partir de cierto momento, dejen de renovarse. 

Has visto nacer a Pipo, tu perrito de mirada cándida, y ya se encuentra en una edad bastante avanzada. Han pasado los mismos once años por él y por ti, pero su programa biológico es más breve: sus células dejan antes de producir. Convivís con los seres vivos que pueblan simultáneamente la Tierra : vivir es encontrarse y despedirse.

Te gustaría retroceder en el tiempo, quizá a ese momento en que, siendo niña, vives en la casa familiar con tus abuelos, padres y hermanos. Aún no ha muerto tu abuelo ni ha enfermado tu padre. Te sientes feliz, protegida, plena. Pero quedarte allí impediría que nacieran tus hijos idolatrados: es necesario que la vida siga su curso.

Bajas de madrugada a la playa y contemplas, mientras respiras el aire fresco y purísimo que llega del mar, el enigmático espectáculo de las estrellas, muchas de las cuales han desaparecido. Vemos ahora el Universo de hace diez mil millones de años cuando la Tierra no existía. El telescopio espacial Hubbel orbita nuestro planeta y explora cada vez mayores profundidades del Universo; ve más lejos y retrocede más en el tiempo, debido a lo que tarda la Luz en propagarse. Así que en un futuro próximo, podremos asistir al Big Bang, la gran explosión que creó el mundo.

Cuando vuelas en ala delta no notas el viento porque viajas con él. No percibas el tiempo, vive con él y no te parecerá que pasa; el presente, cada instante: lo demás, ¿dónde está?. Rueda el Sistema Solar, creces y envejeces; os han enseñado a relacionar el tiempo con esos cambios que percibís pero, en realidad, sólo es una dimensión inventada por el Hombre para estudiar la Naturaleza. Vuestro ritmo vital está acompasado al del Universo: vigilia y sueño se suceden con el rotar de la Tierra sobre su eje; tu ovulación se rige por el orbitar de la luna; vuestras siembras y cosechas siguen el ciclo de la Tierra alrededor del Sol.

La vida se mueve, crece, palpita. La materia inerte está quieta. Al morir, el "alma", reflejo del cuerpo, desaparece y este, su materia, es eterna. El cuerpo con "ánima", es dinámico. Al morir queda in-animado. ¿Quién discutiría pues, que el resto de animales e incluso las plantas tienen "alma"? Mira si no a ese mirlo saltarín que baja cantando su aflautada melodía hasta las ramas de la pródiga higuera para picotear sus higos. No  sabe que envejece ni que vive; ignora que morirá; si oscurece se retira a descansar; duerme y la luz del amanecer lo pone otra vez en movimiento, hasta el atardecer; para él el día siempre es el mismo. 

No. No puedes parar el mundo. Aceptando la vida aceptas la muerte. 

(1) "De rosis nascentibus" atribuído a Ausonio (310-395)

© José Manuel Cumplido Galván

domingo, 11 de julio de 2021

Conocida

CONOCIDA


Pasas delante de mí y me regalas un perfume que yo saboreo goloso: fragancias matizadas de hormona y caramelo.

Tú revientas de joven y fecunda. Estallas de hermosura.

Yo, gozoso, paladeo la evidencia de la vida.

Satisfecho, continúo mi camino, más grande, más seguro.

Y sonrío.


Agosto de 2004


© José Manuel Cumplido Galván

martes, 18 de mayo de 2021

Serafín


Un sudor frío me recubre: tiemblo, 

estoy a punto de morir, se tiñe 

pronto mi piel de palidez verdosa 

como la hierba.(1)

 Se te aparece un ángel de oro y rosas al pie de una batea mientras suenan los compases de un tango que te pone los bellos de punta. Sientes una fuerza inusitada, un impulso que te lanza hacia arriba porque ya no pesas. Eres capaz de superarlo todo. Nada te frena. Saltas los obstáculos gracias a tu ingravidez. Te han crecido alas y  vuelas sobre los mortales. Te has convertido en un Arcángel terrenal que puede realizar todos sus deseos.

Al recibir la primera bofetada que te propina la realidad, algunas historias pasadas, se derrumba tu celestial edificio y quieres romper. Ha desaparecido aquel Hada. De golpe se ha caído la ilusión, tu idealización. Pero la idea de perderla es insoportable: estás en la cama y sientes que se mueve; todo te da vueltas, todo se hunde, y eres presa de Demonios que te agarran y tiran de ti hacia abajo. Quieren sacarte de este mundo y arrastrarte a los Infiernos. No puedes más; se te va la cabeza y te invade el pánico. ¿Será esto la muerte? Aunque son las tres de la madrugada, la llamas y le dices que quieres volver, que no puedes vivir sin ella. La conversación telefónica os acerca hasta unir vuestra piel cálida y tersa. Regresa la calma y duermes.

Te despiertas inundado de placer y te derramas en ella, que se encuentra sobre ti a horcajadas. Unidos en un abrazo animal, gozáis la dulce plenitud de las reconciliaciones. Te sientes a salvo de nuevo, y duermes.

Te ha dado un hijo al que habéis puesto por nombre Serafín. Hoy estáis en la consulta del pediatra. Al niño le han salido en la espalda, a la altura de los omóplatos, unos pliegues rugosos. Pareciera que le están naciendo alas.

(1) "Efectos del amor". Fragmento 31. Safo de Lesbos


Condenado a la amistad

 Si me acusas, si me acosas; si me humillas, si repruebas mis actos; si me atacas, si te burlas; si me castigas, si no me otorgas tu perdón; si me odias, yo no puedo vivir.

No soporto la venganza, el rencor ni la hostilidad; que me señales con el dedo o con una pistola. 

La violencia me paraliza: 

Como aquella ocasión en que un fiero energúmeno golpeó salvajemente  a un amigo de juventud en un club nocturno, tras ser sorprendido fortuitamente por éste en plena cópula dentro del baño de chicas. 

U otra vez, en que unos operarios que había contratado y que, en realidad, eran unos impostores que no sabían ningún oficio, perpetraron contra mi vivienda una colosal chapuza; entre otras atrocidades ¡me instalaron la cisterna con agua caliente!: ¡una cisterna de lujo!. Se les daba mucho mejor el hurto, la rapiña. Terminamos muy mal: en la despedida, sus insultos   me hundieron una daga en la espalda que me dejaron "malherido". Aún no me he recuperado  de aquella cruenta agresión.

Recuerdo también la reyerta en San Juan de Aznalfarache, en la parada del autobús de Sevilla, con un grupo de oriundos del pueblo  "defensores" de la "virtud" de sus paisanas o, más bien,  de su posesión sobre ellas; mi amigo Salvador y yo las habíamos conocido en la feria de Sevilla, y habíamos ido ese domingo  a San Juan para visitarlas. Aparecieron allí con el firme propósito de expulsarnos de “su” pueblo y “salvar” a "sus" mujeres. Montados ya en el autobús, oí a uno de ellos que gritaba: - ¡Forasteros! ¡No debisteis cruzar el Guadalquivir!

O aquel atraco a punta de estilete en la oficina bancaria donde trabajaba, llevado a cabo por un joven drogodependiente con síndrome de abstinencia, en el que, afortunadamente, no hubo muertos ni heridos, aunque sí quedó esculpida a fuego en muchos tejidos neuronales una lesión “moral” que costó bastante esfuerzo  cicatrizar.

Mi reacción siempre es la misma: el pánico paraliza mis miembros, y hasta mi aliento; después queda una amargura que me ahoga y tarda años en desaparecer.

No tengo elección, me horroriza habitar en el odio; estoy condenado a la amistad.

(El conflicto relacionado con el cuidado de mamá nos separó. Tal vez no me expliqué, o no supe imponerme a las circunstancias. Creo que no fui tratado con justicia. Tu condena me duele dentro del pecho, como gélido viento, líquido y azul, que  penetrase entre mis costillas. No me perdonas. Te mueres sin regalarme tu absolución, y eso me destruye. En esta ocasión es cuando más he tardado en resucitar.

¡Mamá! ¡Necesito tu bendición!)

© José Manuel Cumplido Galván



martes, 16 de marzo de 2021

Fórmula para la Paz

 "¿Para qué esa locura de incitar con las guerras negra muerte?". (1)

Te brindo una fórmula mágica para erradicar la guerra. Está compuesta de sencillas reglas que ponen en juego, no tu corazón, sino tu intelecto:

1º Confecciona una lista con tus palabras malditas, con esas palabras que matan. No basta con escribirlas en un papel; tienen que ser grabadas a fuego en tu tejido neuronal. Estará siempre inacabada e irás incorporando vocablos a lo largo de tu vida.

2º Cuando te oigas pronunciando alguna de ellas, tiene que saltar una alarma en tu cerebro que te ponga en guardia: ¿a quién estás menospreciando?.

3º Mira a esa "idiota", mira al "cateto", a esa "gentuza", al "negro". Mira al "pordiosero", mira a la "vieja", al "maricón", a la "guarra".  Mira al "mongolo", al "niñato". Mira sus caras; mírales a los ojos.

4º Piensa en las personas que están tras ellas, ponte en su lugar en un justo ejercicio de empatía. Comprenderás sus motivaciones, sus necesidades, sus responsabilidades; el drama hiriente de ese "extranjero". Concluirás que es alguien exactamente igual que tú: amable, honrado, bueno, vulnerable...

5º Si oyes pronunciar a un familiar o a un amigo la voz "moro" o cualquier otra de la lista, ruégale con amor que no la utilice más. Invítalo a aplicar las reglas 1 a 4.

El lenguaje y la vida están íntimamente ligados. Conocer al otro es ese ejercicio intelectual cuyo objetivo es acabar con las palabras que desprecian: cuanto antes aparezcan en el diccionario con la aclaración "en desuso", antes acabará la guerra. 

Sé que todo conflicto bélico obedece a bastardos intereses económicos  de unos pocos, pero ya no encontrarán en la población el caldo de cultivo de la ignorancia, que es condición necesaria para que se produzca tal atrocidad.

El conocimiento del otro, traerá la Paz.

"Brilla en la paz la azada; pero las tristes armas del soldado yacen entre las sombras, y se velan de herrumbre." (1)

(1) Tibulo. "Elegías"

© José Manuel Cumplido Galván

domingo, 7 de marzo de 2021

Palabras que matan

Sé que sientes atracción por los hombres y que practicas la sodomía. Te insultan disparando contra tu intelecto la palabra "maricón", como saeta que se clava en lo más hondo. Así se convencen de que eres menos que ellos. Tendrías que esconder tu "condición", pero yo te digo que no valgo más que tú. Distingo entre sexo de nacimiento, identidad de género y orientación sexual;  tu pecado mortal es que desperdicias tu limitada energía en goces carnales en lugar de emplearla en reproducción; es un despilfarro intolerable.

Comercias con tu cuerpo. Entregas sexo a cambio de dinero, pero hay "señoras decentes" que lo hacen para obtener posición social y estabilidad económica. Yo sé que estás estigmatizada por tu promiscuidad, no por tu comercio, y quieren que interiorices que no eres nada. Estarían dispuestos a apedrearte por "puta", en un soberbio ejercicio de hipocresía.  Pero te digo que no valgo más que tú. 

Si han escrito en la puerta de tu casa "jüdisch", huye con toda tu familia y escóndete en el agujero más recóndito que encuentres. Acudirán muy pronto para asesinaros. Vuestra persecución obedece a motivos económicos: mano de obra esclava para que las grandes industrias multipliquen sus beneficios. Aunque ellos argumentan que vuestra raza es inferior  "por naturaleza" y, por tanto, existís para servir a los "arios", y para ser utilizados como cobayas en inhumanos experimentos "científicos". Te digo que no valgo más que tú.

Negro, sudaca, pobre; extranjera, rumano, moro; cateto, novato, loca; vieja, niñato, sub-normal... palabras homicidas como dagas clavadas por la espalda, que condenan a muchos a no vivir.

Te desterraron por defender a tus compañeros en la empresa. Te arrinconaron en el archivo de la oficina para que no tuvieras contacto alguno ni con los demás empleados ni con los clientes. Te hicieron el vacío , como si no existieras. Era demasiado grave atentar contra sus privilegios. Te llamaban "sinvergüenza", "caradura", "zángano", porque tenías que ausentarte para cumplir tus obligaciones como delegado sindical: eficaz ponzoña para anularte, para matarte. El fondo siempre es el mismo: la torcida imposición de su norma:  ¡Normalidad o muerte!

Mañana te espera un día aciago. Tienes cita con el director de recursos humanos para tratar el conflicto creado en tu centro de trabajo (el veneno actúa inmisericorde). Sospechas que la intención es despedirte. Ahora que estás en la cama, acurrucado en posición fetal, con ese calor que envuelve tu cuerpo y te trae a la mente un dulce y ancestral "recuerdo", te vuelven sensaciones percibidas cuando te hallabas en el seno materno. Te tienta el deseo de que no vuelva a amanecer, pero no sucumbes: ¡quieres otro día!. 

viernes, 19 de febrero de 2021

Palabra viva

"David" era un fantasmal rey de Israel que en su juventud había decapitado a un  guerrero gigante del ejército enemigo. Pero el 22 de abril de 1997, el verbo se hizo carne. Es un ser creado por ti; es un rostro bellísimo que sonríe y muestra su amable bondad; es una sensación de carne abierta en tu vientre; es un seco tirón en tus entrañas cada vez que se ausenta; son noches insomnes en el hospital vigilando su sueño. Un pedazo de ti al que, por encima de todo, quieres proteger.

"Muerte" era un etéreo viaje situado al final de la vida. Hasta que se fue tu queridísimo abuelo. Ahora es un dolor indescriptible, una añoranza eterna, una impensada imagen en tu cerebro a la que continúas amando; el recuerdo de un Santo que te enseñaba a leer y a escribir.

"Goya" era una cajetilla de tabaco a la que tu padre recortaba el sello con la efigie del pintor para decorar botellas y vasijas. Después era el transgresor artista que difuminaba su dibujo, en un claro precedente del impresionismo, para legarnos las imágenes más atroces de la Guerra de la Independencia. Hoy es la calle de Cádiz donde se ubica tu hogar y donde "nacieron" y se criaron tus hijos. 

¡Cuántas voces viven hoy en ti! Ese ingente conjunto de vocablos eres tú. Los otros, continúan su quieta hibernación en el diccionario hasta que llegue el arbitrario día en que te nutras de ellos. Creces más y más, conforme los vas incorporando a tu cuerpo. 

David también crece. Sabe que ningún obstáculo, por gigantesco que sea, lo vencerá.

Sí: sois tierra y palabras.

© José Manuel Cumplido Galván


lunes, 8 de febrero de 2021

Amor vuestro de cada día

Te levantas el primero y abandonas, de puntillas, la tibia alcoba; cierras cada puerta tras de ti para que cualquier ruido inesperado no la despierte, aunque dejas una pequeña abertura; así tu diminuto perro, que duerme con vosotros, puede salir de la habitación y venir a buscar su galleta. Subes las persianas muy despacio: no quieres que el esquivo silencio se escape por las rendijas. 

Estás en la cocina, tu doméstico altar. Mientras te deleitas con tu sencillo desayuno vas preparando el de ella. Algunos días elaboras un almuerzo nutritivo, saludable y sabroso; evocas las plantas utilizadas, los animales sacrificados y el trabajo ingente de tantos para obtener vuestro alimento. Mondas y troceas su manzana, como ese paternal gorrión que regurgita las semillas que acaba de ingerir para alimentar a sus hambrientos polluelos en el nido.

Con una célula de cada uno concebís a los dos seres que más amáis en el mundo. 

¡Has aprendido tanto de ella! Su empatía, su tenacidad, su disposición para ayudar a los demás; su organización e higiene en casa; su administración de los bienes; su lucha por vuestros hijos: ahora eres un hombre mucho más completo, aunque te queda un amplio margen de mejora. Ella te ha perdonado las ofensas del pasado.

Tocas todo su cuerpo en un tierno masaje que alivia sus pertinaces dolores y cuando llegas a los pies, le obsequias la Paz, el bien más preciado: la colocas en el onírico regazo de Morfeo y, dulcemente, se duerme.

Compartís el lecho y el placentero calor de vuestros cuerpos. Habéis ahuyentado la soledad; os sentís acompañados.

@ José Manuel Cumplido Galván

viernes, 29 de enero de 2021

Ancianidad

Tras escuchar y "re escuchar" el artículo de mi querido y admirado amigo José Antonio, escribo el siguiente texto que expresa, sobre todo, los sentimientos removidos en mí por la íntima belleza de su prosa y por la honda grandeza de su contenido.

Estoy recién jubilado y, por tanto, preparo el equipaje para iniciar, con ilusión, el camino hacia mi ancianidad. Dispuesto a vivir cada vez más plenamente, más satisfactoriamente. A disfrutar las nuevas experiencias que nacen de las raíces elaboradas a lo largo de mi vida, hundidas en los cuantiosos sedimentos de mis vivencias anteriores. A gozar las cosas sencillas: la fresca brisa que acaricia mi rostro en la orilla del mar, o la sombra perfumada que me invita a pasear entre los generosos pinares; el intenso placer que me produce escuchar esos acordes y melodías que dan vida a esa multitud de cascadas de endorfinas que se derraman por todo mi organismo, sosegando y levantando mi "espíritu"; pan y aceite para nutrir saludablemente mi cuerpo, lo único que soy; ese calor que genero y que me envuelve, acurrucado en mi cama entre ligeras y cálidas mantas, hasta que el sueño me desconecta dulcemente de la consciencia; esa amorosa confianza que me regala la cercana presencia de mi esposa. 

He vuelto a escribir y la idea de seguir haciéndolo me estimula, me impulsa en mi camino a la ancianidad, a la plenitud, a la felicidad: en esta vida, no en ningún "más allá" prometido e incumplido. No ando, no corro; vuelo hacia mi esperanzador "más acá". 

Y mis animales vienen conmigo: nos aguarda, con certeza,  el mismo destino.

© José Manuel Cumplido Galván

jueves, 14 de enero de 2021

DesNudo

Tu esposa se ocupa de los presentes de todos, y eso te da la vida. Eres incapaz para ese cometido o, tal vez, demasiado egoísta. Siempre estás conforme con lo que se le regala a cada uno, y prefieres que ella misma compre su propio obsequio. Te pregunta: - "¿qué quieres para Reyes?"; y tu respuesta es siempre la misma:    -"Nada. Tengo de todo."

No necesitas ningún objeto pero,  ¿no deseas nada?; ¿no anhelas que el mundo se pare y permanecer en tu estado actual, eternamente?; ¿y que regresen los que se han marchado?. ( Tu pueril egocentrismo). Sé que algunos te dicen que el tuyo es un sueño quimérico.

Pero este año ha sido distinto: 

- "Quiero una Chilaba, a ser posible sin costuras, tejida de una pieza, como la túnica de Jesús". Se percibe tu amor por Marruecos. Amor no consumado hasta ahora.

Sin embargo, piensas en lucir una chilaba y te asaltan dudas, indecisión. ¿Tendrás valentía para salir a la calle llevando puesta sólo esa prenda?. ¿Qué pensará la gente?. ¿Qué dirán tus vecinos, con los que te cruzas a diario?.

- "Está loco".

- "¿Será maricón?".

- "¡Ahí viene el moro!".

- "¡Mira, qué mamarracho!"

- "¿Será un terrorista?".

Tu atuendo consta de dos mitades: abajo pantalón; arriba camisa, jersey, chaqueta. Es lo "normal"; ¿no puedes salirte de ahí?. Tus deseos, tu trabajo, tu sexo, tu ocio, tus relaciones, tu indumentaria, se rigen por la norma.  Además de vestido, estás atado por la cintura. Muchos también por el cuello. Otros lucen pulseras o esclavas -cadenas y grilletes-. Tu cuerpo está sujeto por pertinaces ligaduras  pero tú eres sólo un cuerpo, así que no eres libre. ¿Quién sostiene el otro extremo del cabo?: tú mismo.  Sueltas a tu perro en la cercana playa o en los domésticos pinares y no escapa. Quiere que seas su amo. 

Te han normalizado. No hace falta coacción. Tú mismo te autodisciplinas porque te aterra ser a-normal (aunque también te horroriza la indigencia). Apenas presencias tu esquiva desnudez. Apenas la tocas o la hueles. Es como si te la hubiesen expropiado. 

Así ordenan vuestra jerárquica sociedad: "cuerpos políticamente sumisos y económicamente rentables" para que perduren las estructuras de poder. 

¡Desnúdate ante el Mundo!¡Muestra lo que eres!

©José Manuel Cumplido Galván