Tras escuchar y "re escuchar" el artículo de mi querido y admirado amigo José Antonio, escribo el siguiente texto que expresa, sobre todo, los sentimientos removidos en mí por la íntima belleza de su prosa y por la honda grandeza de su contenido.
Estoy recién jubilado y, por tanto, preparo el equipaje para iniciar, con ilusión, el camino hacia mi ancianidad. Dispuesto a vivir cada vez más plenamente, más satisfactoriamente. A disfrutar las nuevas experiencias que nacen de las raíces elaboradas a lo largo de mi vida, hundidas en los cuantiosos sedimentos de mis vivencias anteriores. A gozar las cosas sencillas: la fresca brisa que acaricia mi rostro en la orilla del mar, o la sombra perfumada que me invita a pasear entre los generosos pinares; el intenso placer que me produce escuchar esos acordes y melodías que dan vida a esa multitud de cascadas de endorfinas que se derraman por todo mi organismo, sosegando y levantando mi "espíritu"; pan y aceite para nutrir saludablemente mi cuerpo, lo único que soy; ese calor que genero y que me envuelve, acurrucado en mi cama entre ligeras y cálidas mantas, hasta que el sueño me desconecta dulcemente de la consciencia; esa amorosa confianza que me regala la cercana presencia de mi esposa.
He vuelto a escribir y la idea de seguir haciéndolo me estimula, me impulsa en mi camino a la ancianidad, a la plenitud, a la felicidad: en esta vida, no en ningún "más allá" prometido e incumplido. No ando, no corro; vuelo hacia mi esperanzador "más acá".
Y mis animales vienen conmigo: nos aguarda, con certeza, el mismo destino.
© José Manuel Cumplido Galván
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