No es posible tu bienestar sin el bienestar de los demás.
No hay bienestar si se es consciente de la realidad. Si sabes que hay gente que está muriendo ahora mismo. Si está siendo bombardeada en Gaza o en Ucrania. Si está pasando hambre y frío. Si hay tantos niños llorando.
Gozas con la gastronomía hasta que caes en la cuenta del animal que te comes. Lo que eran sus músculos, y como queda su esqueleto. Esa ave que, anteayer, corría, saltaba, picoteaba el pienso y se apretujaba con sus hermanos y sus primos.
Es imposible ser feliz cuando sabes que vas a morir, si entiendes que tu mujer acaba de parir a un ser mortal.
No. No es posible el bienestar sin narcosis. Sin sustancias legales o prohibidas, sin alcohol, o sin fármacos: a veces no basta con las endorfinas, o la serotonina aunque es cierto que la idealización de lo real que te proporciona la testosterona o los estrógenos te hacen la vida más agradable.
La consciencia de la realidad impide la felicidad. Necesitas engañarte. O al menos olvidarte a base de espectáculo: novelas, música, poemas, cine, teatro, fútbol, circo, pintura. Y en cualquier caso, siempre puedes intentar guarecerte en la contemplación de la belleza; o saludar a tus vecinas al salir a la calle.
Cádiz, 2 de marzo de 2024
© José Manuel Cumplido Galván
Tremenda reflexion
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