"David" era un fantasmal rey de Israel que en su juventud había decapitado a un guerrero gigante del ejército enemigo. Pero el 22 de abril de 1997, el verbo se hizo carne. Es un ser creado por ti; es un rostro bellísimo que sonríe y muestra su amable bondad; es una sensación de carne abierta en tu vientre; es un seco tirón en tus entrañas cada vez que se ausenta; son noches insomnes en el hospital vigilando su sueño. Un pedazo de ti al que, por encima de todo, quieres proteger.
"Muerte" era un etéreo viaje situado al final de la vida. Hasta que se fue tu queridísimo abuelo. Ahora es un dolor indescriptible, una añoranza eterna, una impensada imagen en tu cerebro a la que continúas amando; el recuerdo de un Santo que te enseñaba a leer y a escribir.
"Goya" era una cajetilla de tabaco a la que tu padre recortaba el sello con la efigie del pintor para decorar botellas y vasijas. Después era el transgresor artista que difuminaba su dibujo, en un claro precedente del impresionismo, para legarnos las imágenes más atroces de la Guerra de la Independencia. Hoy es la calle de Cádiz donde se ubica tu hogar y donde "nacieron" y se criaron tus hijos.
¡Cuántas voces viven hoy en ti! Ese ingente conjunto de vocablos eres tú. Los otros, continúan su quieta hibernación en el diccionario hasta que llegue el arbitrario día en que te nutras de ellos. Creces más y más, conforme los vas incorporando a tu cuerpo.
David también crece. Sabe que ningún obstáculo, por gigantesco que sea, lo vencerá.
Sí: sois tierra y palabras.
© José Manuel Cumplido Galván