Por fin todos en casa.
Acabo de llegar y soy invadido
por la dulce alegría que me regala vuestro pequeño beso, más atentos a la última jugada por banda izquierda que levanta el clamor del público en la video-consola.
Estamos todos en casa, a salvo del tráfico y de la gente; de radiaciones y puñaladas.
He cerrado todo para que queden fuera
la polución y las envidias; la violencia de esas caras que agreden y que escupen.
He dejado fuera el odio y la dureza implacable del acero.
Ahora sólo me falta parar el tiempo.
Agosto de 2004
© José Manuel Cumplido Galván