Sales de madrugada hacia el hotel. Tienes que atravesar calles despiadadamente oscuras, y te sientes aterrorizado. Cada sombra es una amenaza. Caminas lo más rápidamente que puedes y por fin llegas. Allí tienes que vértelas con ese conserje joven que pretende dar clases de cómo relacionarse íntimamente con una mujer; y lo hace de una forma soez, sórdida, nauseabunda.
Ha llegado un grupo de turistas extranjeros que vienen a conocer Sevilla y acudes corriendo al autobús para recoger las maletas y acarrearlas a cada habitación. Son tan pesadas que se te descuelgan los brazos. Pero te dan suculentas propinas que tú entregas en su totalidad, junto a tu salario, a tu madre. Quieres ayudar a tu familia. Tu padre ha caído enfermo y sobrevivís gracias al amparo de familiares, amigos y vecinos.
La camarera que prepara el infame café para los desayunos, te ordena matar una cucaracha que sube por una de las paredes de la cocina. Te repugnan visceralmente esos insectos, pero te ves obligado a hacerlo. Al darle el zapatazo, te salpica un líquido amargo que te cae, en parte, en la boca.
Cargas más equipajes, atiendes la centralita, desglosas los importes de las facturas... Hoy están entrando varios grupos... ¡Just a minute! ¡Just a minute!
Regresas a casa, tras la jornada laboral. A pesar de todo estás satisfecho. El trabajo resulta duro, pero tú eres un héroe.
Tienes 14 años.
© José Manuel Cumplido Galván